Crisis hídrica en Chile: La agonía del agua

En un planeta que sufre cada vez más por la escasez de agua, el centro-sur de nuestro país atraviesa una de las sequías más duras de los últimos mil años. Sin embargo, Chile no ha estado a la altura de los desafíos que conlleva el cambio climático. Con una institucionalidad débil y una legislación que no prioriza el consumo humano, gran parte de la escasez puede atribuirse a una mala gestión. La situación es preocupante: hoy somos uno de los 18 países con mayor estrés hídrico del mundo.





Si imagináramos un planeta compuesto solo por el agua dulce de la Tierra, este apenas tendría 273 kilómetros de diámetro. Se trata, sin dudas, de un recurso escaso: de toda el agua que existe, solo el 1% puede ser consumida por el ser humano.





La falta de este elemento es cada vez más grave. Esto se debe, en gran parte, al cambio climático, que en muchas zonas del mundo ha aumentado las sequías extremas, reduciendo las precipitaciones y con ello el caudal de los ríos y lagos. Además, ha impactado sobre los glaciares, disminuyendo su volumen o haciéndolos retroceder.

A medida que la población mundial continúe aumentando, también crecerá la demanda de este recurso. Se estima que en 2050 el mundo necesitará más del doble de agua que en el 2000 [1].

La problemática varía alrededor del planeta, pero cerca de la mitad de la población mundial —3.600 millones de personas— vive en zonas que ya sufren o podrían sufrir escasez de agua. Esta cifra, según las Naciones Unidas, seguirá aumentando [2]. El pronóstico es alarmante: se calcula que para 2040 la mayor parte del mundo no tendrá agua suficiente.


Estres Hídrico al 2040

Bajo| <10%Bajo a medio | 10-20%Medio a alto| 20-40%Alto | 40-80%Muy alto| > 80%

WRI, 2020 [3]

Un futuro árido

Chile es uno de los 18 países del mundo que más está sufriendo la falta de agua. Si todo continúa igual, en 2040 será el país con más estrés hídrico1 de Latinoamérica [3]. La situación es compleja y, en este caso, no puede explicarse solo por el cambio climático. Por un lado, existe una falta de conciencia de que el agua es un recurso limitado y, por otro, Chile no ha sabido gestionar con eficiencia este recurso. De hecho, se estima que el 44% de la crisis hídrica que enfrenta el país se debe a motivos institucionales y de gestión [4]. El problema, entonces, se podría explicar teniendo en cuenta varios factores: el clima, la relación de la sociedad con la naturaleza y el rol de las instituciones.

Actualmente, muchas de las 101 cuencas hidrográficas que existen en Chile están en riesgo de déficit hídrico2. Escenarios Hídricos 20303 analizó el estado de 25 de ellas para conocer su brecha hídrica —es decir, la diferencia entre oferta y demanda de agua— y comprobó que en 20 de ellas es de moderada a alta, por lo que es necesario regular su uso [4].

Brecha hídrica en cuencas hidrográficas

Escenarios Hídricos 2030, 2018 [4]

Si bien las cuencas con mayor brecha hídrica están en las regiones de Arica y Parinacota, Atacama, Coquimbo y Valparaíso, en esta oportunidad nos centraremos en la del río Maipo, ya que, por un lado, se encuentra en una zona golpeada por una megasequía sin precedentes en los últimos mil años [5] y, por otro, porque allí se concentra cerca del 40% de los habitantes del país.

La cuenca, que tiene al río Maipo, al Mapocho y al Puangue como algunos de sus principales cauces, se extiende por toda la Región Metropolitana, así como por un pequeño sector de las regiones de Valparaíso y O'Higgins.

Región Metropolitana

553 mm(CR)2, 2018 [6](CR)2, 2018 [6]Precipitación Anual1979Promedio Anual Promedio Anual 0-250 mm0-250 mm251-500 mm251-500 mm501-700 mm501-700 mm701-2000 mm701-2000 mm2001-3000 mm2001-3000 mm
PadreHurtadoSan José de MaipoSan BernardoPirqueEstaciónCentralSantiagoMaipúLo PradoPudahuelCerro NaviaCerrillosQuintaNormalRencaQuilicuraConchalíIndependenciaRecoletaHuechurabaVitacuraLas CondesLo BarnecheaLa ReinaProvidenciaÑuñoaPeñalolénMaculLa FloridaPuente AltoLa PintanaEl BosqueLo EspejoPedroAguirreCerdaSanMiguelLaCisternaSanRamónSanJoaquínLa GranjaLas Condes La ReinaÑuñoaSantiagoPeñalolenHuechurabaProvidenciaLo BarnecheaVitacuraSan Miguel100-200 Litros/día/Hab.201-300 Litros/día/Hab.301-400 Litros/día/Hab.401-500 Litros/día/Hab.Uso de agua potable en comunas urbanasCEDEUS,2018 [12]

DGA, 2020 [16]

Se calcula que en esta cuenca la brecha hídrica es de un 17% [4]. Sin embargo, este cálculo se realizó con datos desactualizados para la última década —lo que deja en evidencia la falta de información oportuna y de calidad respecto al agua— y, por ende, la brecha podría ser mayor. Según estimaciones podría superar al 20%, pasando a una categoría de brecha media, lo que significa que es urgente priorizar el uso del agua, mejorar su eficiencia y proteger los ecosistemas acuáticos. Sin embargo, en la actualidad el Estado no cuenta con las herramientas necesarias para tomar estas medidas.

Como se puede ver en los gráficos, durante las últimas décadas las precipitaciones han ido disminuyendo en la Región Metropolitana. Los años secos, con promedios anuales que no superan los 500 mm al año, son cada vez más frecuentes.

Promedio anual de precipitaciones en la Región Metropolitana entre 1979-2018

En la parte alta de la cuenca del Maipo existen 768 glaciares. Debido a las bajas temperaturas, el agua se almacena naturalmente en ellos y va bajando a medida que se derrite. Estos glaciares son estratégicos para la región, porque suministran el agua superficial de la cuenca y sus reservas entregan un nivel básico de seguridad hídrica4 al país. Sin embargo, en los últimos años han sufrido reducciones considerables en su volumen [7]. El resto del agua se almacena en embalses artificiales, como el del Yeso, que también está en peligro: en los últimos cuatro años su capacidad ha disminuido un 40%.

Imagen del embalse el Yeso en marzo de 2016, capturada desde el espacio.

En marzo de 2020, el volumen de agua había disminuido alrededor de 40%. NASA.

Una vez que el agua baja hacia la cuenca, es usada por distintos sectores. La agricultura es el que más agua demanda: un 61,6% del total.

Usos del agua por sector en la Región Metropolitana

DGA, 2017 [8]


La situación, por lo tanto, es crítica. La disponibilidad de agua será cada vez más baja y la población de la Región Metropolitana seguirá aumentando: se calcula que crecerá más de un 20% para 2050. ¿De dónde saldrá el agua que se necesitará para abastecerlos?





La amenaza de la minería

Si bien los datos indican que el sector minero consume “solo” el 1,1% del agua disponible, su actividad está destruyendo la mayor fuente de agua dulce del planeta: los glaciares. La presencia de las mineras en la cordillera —donde se encuentran las mayores reservas de cobre— los está dañando de tres formas: los remueve total o parcialmente, los contamina con desechos y depósitos de lastre (roca de mala calidad), y los impacta al construir caminos e infraestructura sobre ellos [9]. Además de reducir la oferta de agua, estas prácticas pueden generar deslizamientos de tierras y fenómenos naturales con enormes consecuencias para las comunidades locales.

Sin ir más lejos, Codelco, la empresa estatal más importante de Chile, ha causado la mayor intervención en glaciares rocosos a nivel mundial. Se calcula que entre 1990 y 2005 se destruyeron 2,1 km2 de hielo [10], provocando una pérdida de entre 15 y 25 millones de m3 de reservas de agua dulce en la cuenca de Aconcagua [11]. Para tener una comparativa, durante todo el 2018, el consumo de agua potable en la comuna de La Granja fue de 23.326.228 m3.

Comparación de la pérdida de reservas de agua y el consumo de agua potable en la comuna de la Granja.

Brenning, 2008 [10] y CEDEUS, 2018 [12]

Por otro lado, en la misma cuenca del Maipo, a 50 kilómetros del centro de Santiago, y en la cuenca alta de los ríos Mapocho y Olivares, la mina Los Bronces de Anglo American depositó, desde fines de la década del 80, 14 millones de toneladas de escombros sobre el glaciar Infiernillo, lo que aceleró el avance natural del glaciar durante los años siguientes: pasó de 0,3 y 1,9 m al año hasta un máximo de 25 m al año [10].



La gran minería deteriora los glaciares en todo el país, incluso cuando la mayor parte de las veces los proyectos cuentan con estudios de impacto ambiental aprobados por el Estado. Uno de los casos más polémicos se mediatizó en 2005, cuando se denunció que el proyecto Pascua Lama, de Barrick Gold, ubicado en la región de Atacama (en la frontera con Argentina) estaba dañando los glaciares Toro 1, Toro 2 y Esperanza. Si bien en 2020, luego de 15 años de litigación, la justicia ordenó su cierre definitivo debido a diversos incumplimientos ambientales, este caso dejó en evidencia que Chile necesita mejores herramientas para preservarlos. Son, a fin de cuentas, enormes reservas estratégicas de agua.

Una de las iniciativas más relevantes ha sido el proyecto de Ley de Protección de Glaciares, aún en discusión en el Congreso, pero las presiones del lobby minero han ido postergando su aprobación. Sin dudas, se trata de un tema de difícil solución. La actividad minera es “el sueldo de Chile”, pero el delicado escenario hídrico del país obliga a preguntarse ¿qué costo estamos dispuestos a pagar?

Un caudal desigual

En Chile, el acceso al agua no es igual para todos. Basta comparar el uso que se hace en las ciudades con respecto al de sectores rurales de la cuenca del Maipo: mientras que algunas comunas consumen agua sin mesura, otras dependen de una orden del gobierno para recibirla en cantidades limitadas. Esta desigualdad en el acceso se puede explicar en gran medida por una falta de infraestructura sanitaria en zonas rurales [13].

Dentro del país, Santiago tiene uno de los promedios más altos de consumo de agua: 195 litros de agua por día por persona [14]. El promedio es todavía más alto en el sector oriente, debido al gasto que genera la mantención de jardines, grandes superficies de pasto y piscinas.

El alto consumo en los sectores urbanos contrasta con otro dato: el 42% de la población que vive en áreas rurales de la Región Metropolitana no tiene abastecimiento formal de agua potable [13]. Su forma de acceder al agua es a través de fuentes informales, como aguas de ríos, vertientes, esteros o a través de pozos subterráneos. Cuando esto no es posible, las comunas declaradas en escasez5 quedan habilitadas a extraer agua sin necesidad de contar con derechos de aprovechamiento de agua (DAA). También les da la posibilidad de recibir fondos de emergencia para que las empresas proveedoras de agua potable los abastezcan a través de camiones aljibes. Los decretos de escasez6 fueron diseñados para asegurar la redistribución de los DAA del agua durante sequías extraordinarias, pero en la práctica se sobreutilizan como herramienta para enfrentar la escasez hídrica. Hay que tener en cuenta que, al no priorizar ningún uso, no protegen el consumo humano.

Se calcula que cerca del 12% de la población rural de la Región Metropolitana depende de los camiones aljibes para tener agua cada día [13]. Esto significa un gran gasto para el Estado: solo en el 2019, el costo en camiones aljibes en la RM le significó 1.081 millones de pesos al Estado [15]. La situación hídrica es preocupante. A octubre de 2020, prácticamente todas sus comunas habían sido declaradas en escasez.







DGA, 2020 [16]


Un sistema que hace agua

Actualmente, las instituciones que se encargan de la gestión del agua están fragmentadas. Existen más de 40 organizaciones que reparten cerca de cien funciones relacionadas con el agua:

Actores para la gestión de los recursos hídricos en Chile

MunicipiosFiscalíaCONADIPJCMSTATDLCCBRsCGRCOMAGCODASCANJdVSERNAGEOMINMMSEAMMASMAMMAISPMINSALSERNAPESCAMINECONSUBPESCAMINECONONEMIMININTGOREMININTDDUMINVUSERVIUMINVUCNRMINAGRICIRENMINAGRISAGMINAGRICONAFMINAGRIINDAPMINAGRIDIPRORENMINAGRIDMCMINDEFCNEMINEINHMOPDGAMOPMOPDOHMOPSISSMinisterio de Obras PúblicasOrganismos autónomosOrganismos del gobiernoOrganizaciones de usuarios de agua

Banco Mundial, 2013 [17]


Entre todas las organizaciones encargadas de gestionar este recurso, la Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas es una de las que tiene mayor responsabilidad. Sin embargo, se trata de un servicio público pequeño y con poco presupuesto. En 2019, por ejemplo, recibió 19.318 millones de pesos, solo el 0,7% del presupuesto del MOP [18]. Menos, incluso, de lo que el Estado gastó a nivel nacional en camiones aljibes ese mismo año (22.107 millones de pesos) [15].

Comparación del presupuesto de la DGA y el gasto en camiones aljibes en 2019

Observatorio del Gasto Fiscal, 2020 [18] y [15]


La DGA es la encargada de otorgar los derechos de aprovechamiento de agua (DAA), que permiten extraer y usar una fuente específica de agua a perpetuidad. Si bien desde 1855 el Estado de Chile reconoce el agua como un bien nacional de uso público, la actual Constitución Política de la República, de 1980, le reconoció a los titulares de los DAA un derecho de propiedad sobre éstos. Por lo tanto, en Chile no hay propiedad sobre el agua pero sí sobre los DAA. Esto se traduce en que el agua es un bien público hasta que se asigna gratuitamente a un individuo o empresa. A partir de entonces, se rige por principios de propiedad privada y los DAA se transforman en un bien de mercado con valor económico que se puede comprar, vender y rentar con libertad. Si el Estado decidiera limitarlos, estaría obligado a pagar una indemnización.



Actualmente, uno de los grandes problemas con los DAA es que hay una asimetría entre los derechos otorgados y los que realmente existen. En 2017, por ejemplo, el número de DAA otorgados (consuntivos y permanentes) superó en seis veces la captación de aguas a nivel nacional [4]. Se ha calculado que 110 de los acuíferos más importantes del país se encuentran con una demanda comprometida superior a su recarga natural. Es decir, están sobreotorgados. Esto está generando una inseguridad hídrica cada vez mayor, que será un enorme problema a futuro, sobre todo en el centro y norte del país [19].

El futuro es ahora

¿Cómo Chile puede alcanzar la seguridad hídrica que necesita? La respuesta está en ser capaz de salvaguardar el acceso sostenible al agua y, de esa forma, mantener los medios de subsistencia, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico, preservando los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política. Sin dudas, esto implica tomar decisiones difíciles, que conllevan un alto impacto a nivel económico, social y ambiental.

El primer paso para lograrlo es definir lineamientos claros para proteger y priorizar el agua. Luego, se debe mejorar la gestión y contar con una nueva institucionalidad, más robusta y menos fragmentada. Este diagnóstico no es nuevo: a esta misma conclusión llegó la Estrategia Nacional de Recursos Hídricos (2012), la Política Nacional de Recursos Hídricos (2015) y actualmente se discute en la actual Mesa Nacional del Agua (MOP) [20]. Sin embargo, aún no se han producido grandes cambios.

Principales políticas y estratégias hídricas desarrolladas en Chile entre 1999 y 2020




El problema es urgente, pero debido a la burocracia y a los intereses políticos y económicos involucrados las soluciones continúan sin concretarse. Tal es el caso de la reforma al Código de Aguas de 1981, que lleva ocho años en el Congreso. La legislación chilena, que tiene una visión liberal del manejo de este recurso y promueve la creación de mercados de agua, minimiza el papel del Estado. Uno de los objetivos de esta reforma ha sido priorizar el consumo humano frente a otros usos, darles un carácter temporal a los DAA y restringirlos en situaciones de escasez (sin carácter retroactivo).

Después de un proceso de casi una década, la Comisión de Constitución del Senado se encuentra estudiando el proyecto. Según la postura más conservadora, la reforma sería inconstitucional, ya que afectaría el derecho de la propiedad privada en general, así como el derecho de aprovechamiento de aguas en particular. Sin embargo, es necesario destrabar la discusión para llegar a nuevos acuerdos. Las soluciones no pueden seguir aplazándose. Para contrarrestar los efectos del cambio climático y una mala gestión, es imprescindible que Chile cuente con instrumentos adecuados para organizar, distribuir y planificar el uso del agua a largo plazo. Se trata de un recurso vital y escaso, por lo que es más urgente que nunca desarrollar una legislación que no solo considere la dimensión económica de este recurso, sino que ponga en el centro su valor social y ambiental.

En este contexto, el actual proceso constituyente abre la posibilidad de poner las cartas sobre la mesa y trabajar para reconocer el agua como un bien público y colectivo, y así definir una nueva cultura alrededor de ella. Llegar a un consenso debería permitir destrabar una serie de reformas que ayuden a enfrentar la crisis hídrica desde todos sus frentes. Sin embargo, para aprovechar esta oportunidad se necesita voluntad política. No se puede seguir dando diagnósticos y convocando a mesas de trabajo sin que las soluciones se concreten. No se puede dejar pasar más oportunidades. La crisis es hoy y las soluciones ya están llegando tarde.



Notas

  • 1. Se habla de estrés hídrico cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad. Por ejemplo, dos cuencas con similar disponibilidad pueden tener o no estrés hídrico dependiendo de sus requerimientos antrópicos (usos).

  • 2. Riesgo hídrico se entiende como la posibilidad de que ocurra un daño social, ambiental y/o económico en un territorio y período de tiempo determinado, derivado de la cantidad y calidad de agua disponible para su uso. (Escenarios hídricos 2030). En este caso estamos hablando de un riesgo de déficit determinado por la cantidad de agua. Para una revisión más completa se puede acceder a ARClim: Atlas de Riesgos Climáticos (vulnerabilidad, exposición, amenaza) para todo Chile. En esta plataforma es posible consultar sobre distintos indicadores asociados a sequías.

  • 3. Escenarios Hídricos 2030 es una iniciativa de la que participa Fundación Chile, Fundación Futuro Latinoamericano y Fundación Avina y que desde el 2016 tiene el objetivo de generar información y propuestas para asegurar la sustentabilidad del recurso hídrico en Chile.

  • 4. Seguridad hídrica se define como la capacidad de una población para salvaguardar el acceso sostenible a cantidades adecuadas de agua de calidad aceptable para el sostenimiento de los medios de vida, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico, para garantizar la protección contra la contaminación transmitida por el agua y los desastres relacionados con el agua, y para la conservación de los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política. UN-Water Annual Report, 2013.

  • 5. La escasez hídrica se define como un evento natural en el que un río o zona posee menor cantidad de agua que la esperada por promedios históricos.

  • 6. Los decretos de escasez se dictan con el objeto de proveer determinadas herramientas a usuarios del agua y a la población en general para reducir al mínimo los daños derivados de la sequía. Dan atribuciones a la DGA para establecer criterios y delimitaciones para las autorizaciones de extracción de aguas.

Referencias

Metodología

  • La información recopilada para este artículo fue realizada en dos etapas. La primera se basó en un taller con expertos en temas hídricos, cuyo objetivo fue consensuar una narrativa en torno a la problemática del agua y posibles soluciones para Chile. A partir de los resultados se investigaron distintas fuentes, así como datos públicos disponibles. Las fuentes de los datos están referenciadas en cada una de las menciones (texto, mapa o gráfico).

Créditos

  • Investigación, textos, visualización de mapas y diseño: Manuela Garretón
  • Revisión de textos: Rafaela Lahore
  • Ilustraciones: Lena Zagora
  • Programación: Vicente Iglesias
  • Colaboradores:
  • Camila Alvarez Garretón. Ingeniera Civil y magíster en Recursos y Medio Ambiente Hídrico de la Universidad de Chile. Doctora en Ingeniería de la Universidad de Melbourne. Investigadora asociada en el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
  • Kay Bergamini. Geógrafo de la Pontificia Universidad Católica y doctor en Gestión ambiental, Paisaje y Geografía de la Universidad de Barcelona. Profesor asistente del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica.
  • Daniela Duhart. Abogada y Directora Fundación Newenko
  • Andrés Gutiérrez. Abogado y Magíster en Derecho Ambiental de la Universidad del Desarrollo. Director de Gobernanza Hídrica en Fundación Newenko.
  • Paloma Infante. Abogada de la Universidad de Chile y Magíster en Derecho Ambiental de la Universidad de Nueva York. Directora del área de Regulación y Medio Ambiente en Morales & Besa.
  • Apoyo diseño visualizaciones: Magdalena Labarca
  • Apoyo en investigación: Alexandra Esnouf
  • Apoyo Programación: Ignacia Baeza
  • Asesoría en elaboración de mapas: Ricardo Truffello
  • Agradecimientos especiales a Marian Dörk y Francesca Morini, UCLAB y Denis Parra, Departamento de Ciencia de la Computación, Facultad de Ingeniería UC.
  • Este artículo fue escrito como parte del proyecto de investigacióm de doctorado de Manuela Garretón sobre visualizaciones narrativas en medios digitales en el Departamento de Ciencia de la Computación, Facultad de Ingeniería UC. Fue financiada por ANID a través de una Beca de Doctorado Nacional.